Durante la estancia de Alfredo Roldán en Navia de Suarna (Lugo) de más de año y medio mantuve con él una relación epistolar intensísima. Llegamos a intercambiar más de 200 cartas, para regocijo propio y del cartero, harto de la rutinaria carta bancaria.
Aún hoy nos preguntamos como llegaron, puesto que las direcciones y remites eran de lo más rocambolesco.
Tal fue su afición a la pluma y al generoso trato que le dispensaron la mayoría de los vecinos de Navía de Suarna, que la última Navidad que pasó allí, felicitó por correo postal a gran número de ellos de modo originalísimo (recuerdo que al Centro de Salud les hizo un dibujo sobre un pitillo previamente vaciado, al propietario de un restaurante otro en el papel desdoblado de un terrón de azúcar, sobre un palillo, sobre la hoja de un árbol...)
Desde hace un año largo vive en Val de Deus, Concello de Oza dos Ríos, entre “pitas” e “cabalos” y de su entrañable y fiel compañera Bubi, de la que tengo el honor de ser padrino.
Su trayectoria pictórica parece no culminar nunca. Rebelde, ludópata de color y la forma, fiel al axioma de James Prescot Joule, director de una fabrica de cerveza, que abandonó para dedicarse enteramente a la ciencia, que acuño la famosa frase “la materia ni se crea ni se destruye, se transforma”.
Alejado de motivos marineros y costumbristas, recientemente son constantes sus referencias a la figura femenina, estilizada frecuentemente, en posiciones inverosímiles de enorme sintonía cromática, con desacordes instintivos, que lo hacen inconfundible. De nuevo el calor transformado en energía, convencido de que la obra pictorica y el calor puesto en ella son diferentes manifestaciones de una misma cosa.
Alfredo Roldán tiene dos ojos, como todo bicho viviente, que, como bien es sabido, tienen uno a cada lado y los tiene bien puestos. Entre brochazo y espiritosos de su desterrada Rúa (Ourense), le gusta ladrarle a la luna y creo que ellos, sus ojos, comienza a emular al de las aves, lo cual le permite ver en 360º.
¡Así cualquiera! Y no digo más por que de hacerlo sería en “barallete” y lo único que se decir, él ya lo sabe.
Postrado, me dice que tiene en proyecto un libro de cuentos que llevará por título “El lobo periférico”. El lobo, como en una ocasión me dijo “es mi pareja de baile”.




Benzo Díaz. 2007